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Categoría:
Trauma
Introduccion:
Las fracturas bilaterales de cadera del anciano constituyen un problema en crecimiento dado al aumento de esperanza de vida y la deficiente prevención secundaria de las mismas. Estas se asocian con una pérdida de la dependencia, malos resultados funcionales y alta mortalidad.
Objetivos:
Analizar la incidencia, la concordancia en la bilateralidad, la repercusión funcional y la morbimortalidad de las fracturas bilaterales de cadera no simultaneas en pacientes ancianos.
Material y metodología:
Estudio descriptivo retrospectivo entre 2013 y 2017 de pacientes mayores de 65 años que presentaron fracturas bilaterales de caderas no simultáneas y tratadas por la unidad de trauma en un hospital universitario.
Resultados:
Se registró una incidencia del 2,8% (51/1814) de fractura bilateral de cadera en dicho periodo. El 80,4% eran simétricas en cuanto a localización (trocantérica/cervical) y un 49% en cuanto a clasificación (estabilidad/desplazamiento). El tiempo transcurrido entre ambas fracturas fue 5-34 meses (mediana 13 meses). Edad media 87 años (81-90), 80,4% mujeres y 64,7% presentaban pluripatología. Solo un 9,8% de los pacientes tomaban medicación antiosteoporótica antes de la primera fractura frente a un 70,6% antes de la segunda fractura. Los pacientes con fractura bilateral sufrieron agravamiento del grado de dependencia (mediana 2 en la escala de Lawton, respecto a Lawton 5 inicial) y de movilidad (mediana 3 escala FAC, respecto a FAC 5 inicial). Además, aumenta en 35% los pacientes que utilizan 2 bastones o andador para la marcha y en un 10% los que requieren cuidadores en relación a la primera fractura. La segunda cirugía presentó un aumento en la tasa de complicaciones médicas y de transfusiones sanguíneas (incremento del 13,7% y 23,5% respectivamente). Se registró una mortalidad global acumulada del 17,6% (9/51), siendo 62% (7/9) en el primer año tras la segunda fractura.
Conclusiones:
El patrón fracturario suele repetirse cuando un anciano se fractura la otra cadera, requiriendo un mismo tratamiento aunque conlleva más complicaciones y peores resultados que el primero. Una correcta prevención secundaria es indispensable para minimizar el impacto en morbimortalidad pero no elimina el riesgo de una segunda fractura de cadera en pacientes ancianos.